La tinta que nos une by Paula Gallego

La tinta que nos une by Paula Gallego

autor:Paula Gallego [Gallego, Paula]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2020-05-01T00:00:00+00:00


36

Kael

Es temprano cuando llego al punto de encuentro. Un camión militar espera aparcado a un lado mientras los soldados ultiman los detalles antes de partir. Al parecer, su amigo el teniente ha movido algunos hilos para que nos dejasen ir hasta Marsella con ellos y ahorrarnos así el dinero que nos habría costado.

Aún no ha amanecido, pero una línea rojiza comienza a surgir por encima de los tejados de los edificios.

Anik está aquí, junto con los suyos, despidiéndose. Lleva un vestido por debajo de las rodillas, sencillo y discreto, de un azul apagado, y tiene un fardo que no abulta mucho echado a la espalda.

No nos ve llegar, porque está de espaldas a nosotros. Le da un abrazo a la misma chica que estaba con ella en el funeral y, después, se inclina para darle tres besos al teniente que ha hecho esto posible.

Sé que debería apreciarlo y agradecerle lo que hace por nosotros, por cómo nos orientó hace un par de días y ha organizado todo, pero algo hay en él que no me gusta.

Cuando llegamos a su lado, los saludo a todos con una inclinación de cabeza y Anik me devuelve el gesto.

—Ditry Bisset, me alegra volver a verte tan pronto —comenta su amiga.

Ditry responde encantado, inclinándose un poco y haciendo una especie de reverencia.

—El placer es mío.

—Kael, Gavin, esta es Suzette —nos presenta—. Teniente Plourde, él es Ditry Bisset —resume.

Eso nos obliga a intercambiar saludos y apretones hasta que volvemos a estar los tres frente a frente.

En su lado, una chica bien vestida, elegante y risueña, y un teniente alto y sereno, con expresión estoica.

En el mío, un delincuente reinsertado y otro delincuente juvenil que intenta reformarse.

Alguien podría trazar una línea entre los dos grupos y seríamos el perfecto ejemplo de la secesión de clases.

El teniente empieza a hablar, a recordarnos lo que deberíamos saber antes de subir al camión, y nos da consejos para cuando lleguemos a Grecia. Él mismo ha hecho unas cuantas llamadas para conseguir la dirección de la empresa de Tarkan, y también nos ha conseguido dracmas, la moneda de allí.

Todos escuchan atentos salvo Ditry, que está mirando descaradamente a Suzette. Me niego a creer que ella no se dé cuenta.

Gavin sí que está mirando al teniente, pero ni siquiera creo que esté prestando verdadera atención a lo que dice. Lo contempla absorto, con la vista fija en él, y apenas sin parpadear, completamente encandilado.

Sinceramente no esperaba que a estas alturas fueran a interesarle los uniformes, y menos los militares.

Eso me exaspera un poco, pero no me permito dar rienda suelta a esa sensación sin sentido. Jean-Michel Plourde es un buen hombre y se merece el respeto de Gavin, y el mío… o eso creo.

Cuando el teniente termina, Anik lo agarra del brazo y habla en voz baja.

—Ahora que el señor Levallois no va a estar, podrías acercarte de vez en cuando a Bois-le-Roi para ver cómo le va a Gavin.

Enarco las cejas y estoy a punto de replicar algo cuando Ditry lo hace por mí.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.